Comentario
La llamada corriente realista cuenta con el importante grupo de los caravaggistas, que tuvieron su asentamiento en las provincias y por lo general se mantuvieron ausentes de la capital.Así, Nicolas Tournier (1590-después de 1660) trabajó en Toulouse pintando cuadros de tipo religioso y de género según los estilos de Caravaggio y de Manfredi, aunque suavizó el crudo realismo del pintor napolitano con unas figuras elegantes en posturas un tanto amaneradas.De la misma manera destaca en Provenza Trophime Bigot, que trabajó en Arles y en Aix-en-Provence.Por otra parte cabría citar a Jean de Boulogne, Le Valentin (h. 1594-1632), que fue discípulo de Caravaggio y desarrolló casi toda su actividad en Roma.Pero quien mayor importancia tiene hoy en día entre los pintores que trabajaron bajo una órbita caravaggesca es Georges de La Tour (1593-1652), que tuvo su centro de actividad en Lorena. Sin embargo, este pintor ha estado olvidado desde poco después de su muerte hasta principios del siglo XX, habiéndose atribuido sus obras a otros artistas. En 1915 Hermann Voss descubría su personalidad y desde entonces paulatinamente se ha ido ampliando el horizonte de su obra.Hijo de un panadero, nació en Vic-sur-Seilles, población situada a unos veinticinco kilómetros al noreste de Nancy y perteneciente al obispado de Metz. Esto era importante por cuanto el obispado, aunque antaño había dependido del Imperio, desde 1556 lo hacía del rey de Francia, siendo por otra parte un verdadero bastión del catolicismo rodeado de adictos a la Reforma.Su primera formación debió de hacerla en su lugar de nacimiento o en Nancy, señalando algunos autores que lo haría bajo la dirección de Claude Dogoz. Pero lo que es su estilo característico plantea una polémica entre quienes, como Blunt, lo creen relacionado con el tenebrismo nórdico, y quienes, como Pariset, lo creen por el contrario con el italiano.Esta polémica se vincula por otra parte con un hipotético viaje a la propia Italia, aunque no hay datos que acrediten tal cosa. Sin embargo, Jacques Thuillier lo cree probable ya que en aquella época todos los jóvenes artistas loreneses lo hicieron; además, esta permanencia en tierras italianas justificaría, según el mismo autor, la carencia de noticias justo antes de su boda celebrada en 1617.Esta le supuso, por otra parte, llevar una vida desahogada, ya que se casó con Diane Le Nerf, que era hija del platero del duque de Lorena y pertenecía a la nobleza. En 1620 se trasladó a vivir a Lunéville, lugar de procedencia de su mujer y residencia predilecta de los duques, quienes además habían comenzado a construir un palacio. Pero además, de esta forma no entraba en conflicto con los importantes grupos de pintores establecidos en Nancy, capital del ducado y que por tanto aglutinaba la mayoría de los encargados.Atravesó por aquel entonces un momento totalmente favorable que le permitió contratar un aprendiz, siendo ésta la época que se ha denominado como etapa diurna. En ella hizo una serie de obras con unas características muy homogéneas, de gran semejanza con las de Terbrugghen, lo que ha dado pie a Blunt para considerar su formación en la órbita del caravaggismo holandés, pensando incluso en la posibilidad de que por estos años el artista visitase la ciudad de Utretch.Como ejemplo preclaro de la etapa aparece el San Jerónimo del Nationalmuseum de Estocolmo, obra que corresponde a un acusado naturalismo que se aprecia en el tratamiento del cuerpo del santo, que, con una piel rugosa propia de su avanzada edad y unos pies deformes, indican una copia del natural sin el más mínimo atisbo de idealización. Pero frente a este marcado realismo, no hay crueldad ni dureza, pues aunque San Jerónimo está disciplinándose, la única sangre aparece en la punta de la soga empleada para azotarse, quedando dominado el conjunto por una idea de austeridad que puede ligar el lienzo al renacimiento religioso operado en Lorena gracias a la labor de los franciscanos y al que estuvo ligado el artista.Por otra parte, la figura está concebida sobre el fondo neutro de un sobrio interior, recibiendo una fuerte iluminación lateral que la hace resaltar en el conjunto, según el más puro estilo caravaggesco.Con los mismos principios pinta durante esta primera etapa otras obras como el Tañedor de zanfoña del Musée des Beaux-Arts de Nantes, La Buenaventura del Metropolitan Museum de Nueva York o El tahur del Museo del Louvre, que constituyen el punto culminante de esta etapa y que, junto a una cuidada composición, muestran una perfecta captación de la vida picaresca de la época, permitiendo pensar que estos dos últimos tengan por otra parte una relación simbólica con el tema del hijo pródigo, de gran difusión en aquel tiempo.Entre 1631 y 1635, La Tour atravesó malos tiempos, pues la política intrigante del duque Carlos III propició que Lorena sufriera de una manera especial los avatares de la Guerra de los Treinta Años, a lo que contribuía su posición geoestratégica entre Francia y el Imperio. Y dentro de esta situación la ciudad de Lunéville padeció de una manera especial dado que albergaba una guarnición, convirtiéndose así en objetivo militar prioritario.Y como siempre que se producen estas tensiones las actividades artísticas son las que más sufren, Georges de La Tour optó por marchar de Lorena, pero también porque la situación general era calamitosa, con la peste de 1633, el saqueo de Lunéville en 1638, y con un caos tan acusado que incluso se produjeron casos de antropofagia. Así, entre los finales de 1636 y el año 1643 La Tour estuvo ausente del ducado, al que ocasionalmente volvió por cuestiones relativas a sus propiedades. Durante esta etapa debió de residir en París, aunque con la idea de volver a Lorena cuando la situación se aclarase, cosa que al final pudo hacer, aunque es probable que antes viajara a Holanda.El caso es que en esta época se acerca mucho más a los caravaggistas holandeses con la introducción de una candela para iluminar las composiciones, lo que por otra parte le permite obtener determinados efectos lumínicos derivados de la localización de este foco de luz dentro del lienzo. A ello hay que añadir la tonalidad rojiza que baña todo el conjunto debido al tipo de iluminación, todo lo cual asemeja estas obras con las de Honthorst, las cuales pudo haber conocido en este supuesto viaje a Holanda.Están estos cuadros envueltos en una gran oscuridad cortada bruscamente por una candela, que puesta en un candelabro o sujeta en la mano por un personaje, ilumina fuertemente la zona próxima a ella, variando así con respecto a su etapa anterior, cuyas obras estaban más próximas al tenebrismo italiano al no percibirse el foco de luz, que quedaba fuera del lienzo.Pero entre estas composiciones aún podría hacerse una pequeña división atendiendo a la forma en que aparece la vela y que indica distintos estudios compositivos. En unas aparece la candela plenamente visible, como, por ejemplo, en el Job con su mujer del Musée Departamental des Vosges en Epinal, en la Mujer espulgándose del Musée Historique Lorrain de Nancy o en La Magdalena Terff del Museo del Louvre. En otros casos hay algún elemento que tapa el foco de luz favoreciendo los estudios de contraluz, como es, por ejemplo, en La Magdalena Fabius de la colección Fabius de París, El ángel apareciéndose a San José del Musée des Beaux-Arts de Nantes o La adoración de los pastores del Louvre. Entre ambos puede situarse el San José carpintero, también del Louvre, en donde la mano del Niño Jesús tapa solamente parte de la vela. Un tercer apartado podría señalarse con aquellos cuadros en los que la vela se refleja en un espejo, como ocurre en La Magdalena Wrihgtsman de la colección Wrightsman de Nueva York.En estas composiciones se entremezclan extrañamente aspectos muy naturalistas como los espejos o las candelas, con otros tratados de forma más esquemática, como ocurre con algunas partes del cuerpo de las Magdalenas que casi parecen maniquíes y que de esta forma ya adelantan lo que será propio de su última etapa. De todas formas en este momento también pinta algunas figuras humanas muy realistas, de las que son un buen testimonio las de Job y la de San José del cuadro del Louvre.En su postrer período, del que pueden señalarse como ejemplos más destacados El arrepentimiento de San Pedro del Museum of Art de Cleveland, El recién nacido del Musée des Beaux-Arts de Rennes o el San Sebastián curado por Santa Irene de la iglesia parroquial de Broglie, no prescinde del empleo de la vela, pero lo más destacado es la reducción de las figuras a plenos volúmenes de gran fuerza, casi geométricos y como si se tratara de maniquíes de madera, lo que puede señalar un puro goce en el estudio de la luz sobre las superficies y las masas, siendo los personajes de las composiciones meros objetos presentes para dar un sentido al cuadro. Esto determina una posición contraria al pleno naturalismo de su primera etapa.Por otra parte, también es apreciable en este momento algo que desde siempre había tenido presente, pero que ahora hace más patente, como es la desaparición de lo desagradable y tétrico, pues, por ejemplo, en el San Sebastián curado por Santa Irene se ve cómo el Santo, a pesar de tener clavada una flecha en su vientre, no tiene detalle alguno sanguinolento, menos aún incluso que en el San Jerónimo penitente; a ello contribuye también la reducción del cuerpo del santo a una mera figura de madera o cartón con desaparición de todo lo secundario.